tras las portas del Santísima Trinidad eran los contrastes de vida, manifiestos en la división social entre proa y popa. En la primera la marinería y la guarnición debían realizar las actividades cotidianas de alimentarse, asearse y descansar. En tanto, la alta oficialidad disfrutaba de toda clase de lujos, de suntuosos banquetes con exquisitas comidas y bebidas, acompañados por la más selecta música de instrumentos de cuerda y viento ejecutados por los propios oficiales, todos de ilustrada formación europea: otro matiz de distinción con respecto a la marinería, cuya única cultura se alimentaba de supersticiones y oscurantismo .Los tres más altos oficiales (comandante, capitán de navío y capitán de fragata) poseían lujosos camarotes a popa, provistos de muebles de fino estilo oriental labrados en maderas preciosas; el resto de los oficiales compartía espacios menos lujosos en grupos, mientras que los hombres de la guarnición y tripulación no tenían camas sino hamacas conocidas como coys, que colgaban en los baos de las baterías y sobre las piezas de artillería. En las mañanas eran recogidas y colocadas en las batayolas, donde se airaban al tiempo que actuaban como parapetos contra disparos de mosquete y fusilería.
domingo, 24 de febrero de 2013
Santisima Trinidad 1ª parte
tras las portas del Santísima Trinidad eran los contrastes de vida, manifiestos en la división social entre proa y popa. En la primera la marinería y la guarnición debían realizar las actividades cotidianas de alimentarse, asearse y descansar. En tanto, la alta oficialidad disfrutaba de toda clase de lujos, de suntuosos banquetes con exquisitas comidas y bebidas, acompañados por la más selecta música de instrumentos de cuerda y viento ejecutados por los propios oficiales, todos de ilustrada formación europea: otro matiz de distinción con respecto a la marinería, cuya única cultura se alimentaba de supersticiones y oscurantismo .Los tres más altos oficiales (comandante, capitán de navío y capitán de fragata) poseían lujosos camarotes a popa, provistos de muebles de fino estilo oriental labrados en maderas preciosas; el resto de los oficiales compartía espacios menos lujosos en grupos, mientras que los hombres de la guarnición y tripulación no tenían camas sino hamacas conocidas como coys, que colgaban en los baos de las baterías y sobre las piezas de artillería. En las mañanas eran recogidas y colocadas en las batayolas, donde se airaban al tiempo que actuaban como parapetos contra disparos de mosquete y fusilería.
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